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El pediatra de Atención Primaria y la familia, claves en la prevención de la obesidad infantil
Por EP, 09-07-2014 08:28:46

El Diario del Bebé.

Uno de cada diez niños tiene obesidad y dos sobrepeso en España, según señalaba la última Encuesta Nacional de Salud. Por ello, se hace necesario implantar una estrategia global capaz de reducir esta problemática en edades tempranas, según ha señalado el coordinador del área de salud de The Family Watch, el doctor José Antonio Serrano, quien señala la familia y al pediatra de Atención Primaria como fundamentales para el diagnóstico y la prevención.


"Con frecuencia los padres no perciben el exceso de los hijos, por lo que el papel del pediatra es fundamental para el diagnóstico y prevención del sobrepeso y obesidad”, ha explicado durante la presentación del informe ‘Obesidad Infantil y Juvenil’, donde además de una retrospectiva nacional de esta problemática, se han dado una serie de recomendaciones generales para niños y padres.

 
Así, recomienda cambiar los hábitos de los niños aumentando el consumo de frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos; reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las instauradas; reducir la ingesta de azúcares; mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo del niño y contenga diversas actividades; para los niños hasta los 10 años de edad se recomienda que duerman 10 horas.

 
En cuanto a los padres, el consejo es que se realicen las principales comidas juntos, o al menos una, y comer todos lo mismo: que los niños vean como sus padres se sirven la comida, comen de todo y no dejan nada en el plato.

 
Asimismo, teniendo en cuenta que el desayuno es la comida más importante del día, la recomendación es que el niño siempre desayune, ya que de lo contrario “es más probable que tenga hambre durante la mañana y picotee otros alimentos con alto contenido en grasas y calorías que favorecen el aumento de peso”. Además con el desayuno aumenta el rendimiento físico, la concentración y memoria.


Por otra parte, hay que evitar tanto premiar como castigar mediante alimentos y evitar también comer viendo la televisión; participar todos juntos en juegos que requieran actividad física y fomentarles hábitos deportivos; y disminuir el tiempo de ocio sedentario con videoconsolas y ordenador.


Asimismo, destaca que es importante establecer un horario para irse a la cama que permita regular el sueño; además recomendable, por lo tanto, que los niños no tengan en su habitación televisores, consolas de videojuegos u ordenadores.

 


CARGA GENÉTICA


El informe recuerda que, una de las complejidades y de las dificultades más importantes para el adecuado entendimiento de la obesidad infantil, es que bajo el denominador común de una acumulación excesiva de grasa corporal, subyacen etiologías y, por lo tanto, entidades patológicas radicalmente diferentes.


“Los niños obesos nacen con una importante carga genética que les impide defenderse de un medio ambiente tan favorecedor de la obesidad, muy rico en nutrientes y totalmente sedentario, que les convierte en enfermos con gran facilidad”, indica el informe.


En este sentido, destaca que aunque no todos los niños obesos serán obesos de mayores, no es difícil predecir qué niños con exceso de peso acabarán siendo obesos. “Influyen sobre todo la gravedad de la obesidad y la presencia de la misma en su entorno familiar”, manifiesta.


Los estudios demuestran que hasta un 25 por ciento de los niños que fueron obesos en la edad preescolar serán obesos de adultos, y si la obesidad aparece o se mantiene a partir de los 6 años, la probabilidad aumenta al 50 por ciento, y si son obesos con 13-14 años llega al 80 por ciento. Estos datos llevan a pensar que “si un niño es obeso es sedentario y no cambia su ingesta calórica ni sus hábitos de vida, la probabilidad de que continúe siendo un adulto obeso es muy alta”.


La prevalencia y la severidad de la obesidad han aumentado en los últimos años, y probablemente por el resultado de interacciones complejas entre los genes, la ingesta de alimentos, la actividad física y el medio ambiente. Entre sus consecuencias, destaca el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2 -en la juventud y en la edad adulta- y el desarrollo de obesidad en la edad adulta.


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