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El cuidado de los dientes de leche
Por EP, 05-03-2014 16:52:07

El Diario del Bebé.

Desde aproximadamente los 6 meses comenzarán su aparición en la boca del bebé los primeros dientes de leche, y con ellos las rutinas de limpieza bucal que tendrán que realizar y supervisar los padres hasta aproximadamente los 6 ó 7 años. La higiene bucal infantil no sólo es una importante asignatura a aprender para los hijos sino también para los progenitores.

  

Los dientes de leche son 20 y se puede decir que las 10 piezas existentes en la parte superior e inferior de la boca se reparten en 4 cuadrantes con 5 piezas cada uno. Cada cuadrante consta de un incisivo central, un incisivo lateral, un canino, un primer molar y un segundo molar. En total son 8 incisivos, 4 caninos y 8 molares.

  

Por lo general, los incisivos inferiores suelen ser los que salen antes, para pasar luego a la aparición de los incisivos superiores, los primeros molares después pasando por los caninos y, finalmente, los segundos molares. Hacia los dos años y medio o tres años los niños disponen ya de todos los dientes de leche.


  

Según explica Montserrat Catalá, presidenta de la Sociedad Española de Odontopediatría, existe un gran desconocimiento general sobre todo lo referido a la salud dental entre los niños pero sobre todo entre los mayores. La doctora señala que es necesario comenzar a limpiar los dientes desde su aparición, debiendo ser los padres quienes supervisen esta tarea hasta hasta que los niños tengan 6 ó 7 años.

  

Los dientes de leche comienzan a caer hacia los 5 ó 6 años y su caída suele seguir el orden con el que aparecieron. Los incisivos y primeros molares aparecen hacia los 6 ó 7 años, y los colmillos lo hacen hacia los 11 ó 12 años.  Así, hacia los 11 ó 12 años ya han caído todos los dientes de leche, basándose la estructura final de la boca entre los 12 y 13 años en 7 dientes por cuadrante.

 

Es importante tener en cuenta, señala Catalá, que las primeras muelas definitivas no necesitan de la caída de ninguno de los dientes de leche ya que salen justo detrás de las muelas de leche. "Por este motivo muchos padres se extrañan de que les digamos que sus hijos tienen caries en una muela que ya es definitiva y que ha salido sin que se hayan percatado porque pensaban que tenían que caer antes las de leche y además no se han producido molestias en su paso a través de la encía", explica Catalá.

 

 

CUIDAR SU APARICIÓN

   

La salida de los dientes se acompaña de un proceso natural inflamatorio porque las piezas tienen que atravesar la encia, lo que va a suponer al bebé y al niño molestias, aunque éstas  molestias, aunque éstas dependen de cada niño y de cada proceso de dentición, explica Catalá.

  

Los síntomas más característicos son el babeo, los intentos por morder o la inquietud que se presenta en los más pequeños. Así, existe la falsa creencia entre algunos padres de que la dentición normal origina fiebre. La especialista señala que estos procesos inflamatorios naturales de la encía pueden estar acompañados por un aumento en la temperatura de unas décimas y asociados a mediciones que oscilan sólo entre los 37 y los 37,3 grados centígrados.

 

En estas edades el desarrollo de fiebre es un fenómeno muy común entre los menores y con ella se puede producir un aumento del metabolismo que acelere la erupción del nuevo diente, añade Catalá.

 

Sí es cierto que pueden existir en ocasiones pequeñas anomalías asociadas a la ruptura de la encía por el diente que emerge como pequeños quistes o hematomas, en cuyo caso la especialista recomienda acudir al pediatra para que evalúe el caso y la necesidad de visitar al odontopediatra.

  

En cualquier caso, si la inquietud del bebé o del niño es grande se debe consultar al pediatra o al odontopediatra  que pueden prescribir algún tipo de antiinflamatorio o analgésico para aliviar las molestias en determinados momentos clave de la dentición.

  

Como remedio casero los padres pueden emplear mordedores fríos pero nunca ningún tipo de objeto congelado, ya que se pueden producir quemaduras en las encías del pequeño, explica Catalá.

 

La especialista también advierte que hay que tener cuidado con los bálsamos que se emplean para aliviar la encía, ya que pueden ser productos que por su composición no deben tragarse o bien contienen azúcares que pueden afectar a los dientes vecinos.

 

 

LIMPIARLOS DESDE EL PRIMERO

   

Los dientes hay que empezar a limpiarlos desde que aparecen, señala Catalá. Los primeros pueden comenzar a limpiarse con gasas o guantes especiales para pasar más adelante a los cepillos adaptados a los más pequeños.

  

Es importante que padres y cuidadores cuiden la higiene dental de los niños, sobre todo en sus primeros meses de vida, ya que las bacterias bucales que éstos tengan pueden transmitirse a los más pequeños y condicionar así su futura salud bucodental, explica Catalá.

 

Los dientes deben ser cepillados dos veces al día. Una de esas veces pueden ser los niños los que se encarguen de su higiene con la supervisión de sus padres, y en la siguiente que sean los padres los que realicen una limpieza más completa antes de ir a dormir.

  

Catalá señala que es recomendable acudir a los especialistas durante el primer o segundo año de vida de los niños para obtener respuesta a todas las dudas que se presentan a los padres sobre la higiene bucal de sus hijos. Además, es necesario que al menos cuando hayan salido los dientes de leche los odontopediatras puedan valorar los posibles riesgos en el desarrollo de caries de los niños.

 

"Existen casos de niños con caries a los 12 ó los 18 meses de vida que podían haberse evitado con una visita a tiempo a los especialistas", concluye Catalá, que añade que la salud bucodental afecta a todo el organismo y que los dientes de leche son claves también para conservar el espacio que ocuparán los dientes definitivos.

 

 

CÓMO LIMPIAR LOS DIENTES

 

Catalá explica unos sencillos consejos para que el cepillado de los dientes de los más pequeños se haga de forma correcta:

 

1. El niño tiene que estar con la cabeza apoyada en algún sitio, como por ejemplo el regazo del padre o de la madre y quien limpia los dientes tiene que poder ver con claridad la tarea que está realizando.

  

2. Hay que emplear una cantidad inicial de pasta de dientes muy pequeña, sólo como una pequeña manchita al inicio, y enseñar al niño a que la expulse de la boca. Estas pastas llevan flúor que ayuda a proteger el esmalte dental.

  

3. Lo más práctico es dividir la boca en cuatro cuadrantes, como si dibujáramos una cruz imaginaria en el centro de la boca. La posición de niño y progenitor tiene que ser cómoda puesto que la operación debería en un principio ocupar un tiempo de medio minuto por cuadrante.

 

4. Hay que limpiar los dientes empezando por los más alejados, es decir, de detrás hacia delante. Es aconsejable hacer un descanso entre cuadrante y cuadrante que ayude al niño a relajarse y no le obligue a mantener la boca abierta durante todo el proceso de limpieza.

 

5. La lengua es lo último que se limpia y se puede aprovechar para dejar al niño que sea el que lo haga, aumentando así su participación en el proceso.

  

6. El movimiento del cepillo puede ser horizontal o en pequeños círculos pero hay que asegurarse de que el cepillado limpie.

 

7. Hay que limpiar los dientes de arriba y de abajo por separado y cepillarlos por dentro, por fuera y en la zona superior de mordida.

 

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