El Diario del Bebé.

• Ponche de Navidad: además de no tener alcohol, esta deliciosa bebida incorpora jengibre en su parte final de preparación. En primer lugar hay que mezclar en una jarra zumo de manzana bajo en calorías, zumo de arándano y zumo de limón, para después añadir el hielo y el jengibre, cuya raíz ha sido previamente hervida. El jengibre ofrece propiedades antioxidantes para el organismo y, entre otros beneficios, ayuda a tener una buena digestión y contribuye para que el colesterol se mantenga en niveles normales.
• Refresco de menta y pepino: este combinado es una bebida ideal si estás a dieta, ya que te ayudará a controlar el peso mientras disfrutas de un cóctel. Su elaboración es muy sencilla ya que solo hay que picar hojitas de menta, frotar el borde de la copa con zumo de lima, mezclar el resto de zumo junto al pepino y ponerlo a enfriar para servirlo muy frío.
• Sangría sin alcohol: aunque es difícil encontrarla en un bar, se trata de una bebida saludable para la cena de Nochevieja, ya que no tiene nada que envidiar a la original al conservar su carácter refrescante. La gran particularidad es que sustituye el color rojo del vino por zumo de granada, pero además utiliza agua, agua con gas y zumo de naranja.
• Sorbete de frutas: apto para personas de todas las edades, los sorbetes de frutas facilitan la digestión y el hecho de no tener alcohol provoca que su aporte calórico disminuya y sea una bebida saludable. Manzanas, naranjas, frambuesas y fresas son algunas de las frutas más utilizadas para dar sabor al sorbete, cuyo único inconveniente es el azúcar procedente de éstas. Para elaborarlos hay que, en primer lugar, triturar las frutas, y por otro lado hervir agua con azúcar para obtener un almíbar. Antes de servir esta bebida refrescante hay que mezclar ambas partes y enfriarlo en el congelador.
• Agua: puede parecer una obviedad, pero el agua es la bebida más saludable para el organismo, ya que aporta energía, fortalece el corazón, limpia las toxinas del cuerpo y favorece una buena digestión. Todo ello ha provocado que cada vez más gente la consuma en las comidas y cenas, pero también a la hora de salir de fiesta el agua ha dejado de ser una bebida tabú.

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